V.·. I.·. T.·. R.·. I.·. O.·. L.·.

«Es propio de un hombre dotado de razón comportarse ante la muerte no con hostilidad, ni con vehemencia, ni con orgullo, sino aguardarla como una más de las actividades naturales.»

“Meditaciones”, Emperador Marco Aurelio

«Ojalá vivas en tiempos interesantes» reza una maldición China. Si el principio de realidad que tenemos es cambiante (interesante) los problemas y retos generados serán grandes, y las preocupaciones son directamente proporcionales a los mismos porque hay que estar a la altura y en sintonía constante con la velocidad de cambio, eso da como resultado estrés y falta de tiempo para ocupaciones tranquilas o recreativas. Los Chinos sí que saben maldecir, ¿verdad?.

Ahora vivimos en un tiempo interesante, cambiante, caótico y precario, ¿qué hacer para mantenernos en sintonía? a mi parecer, lo que muchas corrientes filosóficas proponen: considerarnos muertos, muertos vivientes. Religiones, Órdenes y filosofías se basan en este concepto para sus iniciados, pero es un conocimiento NO exclusivo, así que cualquier persona puede acceder al mismo (es la base del estoicismo -léase a los estoicos clásicos: el Emperador Romano Marco Aurelio, Epicteto, Séneca, etc.-). Un par de pasos que podemos seguir en esta cuarentena son simples de explicar pero difíciles de asentar:

Redacta tu testamento
–no apto para supersticiosos–

Considerarse muerto es no poseer nada, todo ya es de alguien más, eso no quiere decir que las cosas materiales las vayamos a regalar, pues aún hay que vivir, muerto en vida -paradójico-. Pero un testamento no solo es otorgar bienes materiales, sino es redactar la voluntad de asuntos importantes. En lugar de verlo como algo que se va a otorgar a alguien en específico podemos verlo como algo que hemos dejado por nuestras acciones. Esto se puede ver con los deberes. En la Biblia, se mencionan los 4 deberes que deben existir: deberes para con Dios, deberes para con uno mismo, deberes para con el prójimo y deberes para con las criaturas, vienen en el libro de… (aah qué dijeron, ya me la va a regalar este wey, después escribiré al respecto) esos 4 deberes son interesantes sí se plasman en retrospectiva de lo que hemos dejado, si no estamos dejando (haciendo) lo que queremos a Dios, a uno mismo, al prójimo y a las criaturas hay que cambiar.

«Comienza a vivir y cuenta cada día como una nueva vida.»

Séneca

Vivir cada día, haciendo un testamento diario.

Cada día que tenemos es un regalo si te consideras muerto, es una nueva oportunidad de cambiar las cosas, de mejorar. Haciendo un testamento se puede reevaluar la vida que tenemos, con eso, podemos ver si lo que hacemos realmente nos satisface y nos ayuda a cumplir las metas propuestas (teniendo un plan en mente ese día), como los Samurái: “En realidad, la única cosa que cuenta de verdad es la resolución única del momento presente. Toda la vida de un hombre es una sucesión de un momento tras otro. Si uno comprende realmente qué es el momento presente, y no tiene ninguna otra cosa que buscar fuera del momento presente: vive de acuerdo con la resolución única del momento.” – Yamamoto Tsunetomo; para lograr actuar cada día con un plan en mente hay que saber qué se espera hacer cada día (al final del día, ¿he dejado mejor el mundo en el que me encuentro? ¿me he mejorado a mí mismo?). Con eso, NO dependemos de circunstancias externas para poder disfrutar del momento presente como en la cultura popular se llega a entender: muchas veces se cree que se puede disfrutar del momento presente (y ser feliz) si tenemos grandes experiencias: un encuentro amoroso, sacarnos un avión en rifa, dar un viaje espectacular o cualquier otra fantasía popular.

Esto no está sustentado en algo mágico: es estar presente, aquí y ahora para estar satisfecho con lo que tenemos en el momento, lo cual es suficiente para ser feliz (así solo tengamos la ropa que traemos puesta). Esto ayuda a ser auténticos, pues no deseas ser algo o alguien más, solamente se desea ser la mejor versión de uno mismo.

La muerte está aquí

Lo que le da sentido a la vida es la muerte. Si la muerte le da sentido a la vida quiere decir que tiene un sentido -NO es un sinsentido- ¿cuál es el sentido de la muerte?. La muerte es lo último que nos va a pasar, pero es lo primero que tenemos que evaluar y aceptar. Tenemos que ser conscientes de que somos mortales y de que podemos morir en cualquier momento bajo cualquier circunstancia, y si no aceptamos eso NO podemos vivir: se vive con miedo, perseguido por una sombra terrible que NO te deja existir. Con miedo no se vive. Para ser FELIZ hay que tener PAZ y para ello tenemos que estar, aquí y ahora SIN MIEDO. Aquí importa mucho nuestro concepto del otro mundo: el más allá. Sin embargo, aún no teniendo esa creencia podemos aceptar que la muerte es parte natural de la existencia, es aquello que nos hace iguales a todos, es la realidad última, así que mientras seguimos vivos (considerandonos muertos) hay que actuar velozmente, sin apegos, sin miedos, sin caprichos, para cumplir nuestros deberes.

«La Vía del Samurái tiene su base en la muerte. Cuando llega un momento en que hay que escoger entre vivir o morir, sólo hay que optar inmediatamente por la muerte. Eso no es especialmente difícil, lo que hace falta es tener previamente la determinación. Decir que morir sin haber alcanzado uno sus objetivos es tener una muerte sin sentido, es una postura de frívolo sofisticado. Cuando uno se encuentra ante la urgencia de decidirse por la vida o la muerte, en ese momento no es preciso que alcance su objetivo. Todos queremos vivir; y nuestra lógica, en gran medida, la adaptamos a aquello que queremos. Pero no haber alcanzado nuestra meta y seguir viviendo es una cobardía. Ahí hay una frontera sutil y peligrosa. Morir sin alcanzar nuestra meta tal vez sea una muerte sin sentido, tal vez fanatismo, pero no una vergüenza. Esa es la esencia de la Vía del Samurái.Si uno, poniendo en orden y sosiego su corazón cada mañana y cada noche, consigue vivir como si su cuerpo ya estuviese muerto, consigue la libertad en la Vía del Samurái.Su vida entera resultará irreprochable y cumplirá su vocación.»

“Hagakure. El libro del Samurái”, Yamamoto Tsunetomo